Perfil

Tengo 23 años y vivo en Madrid desde que nací. Hice aquí la carrera, salvo el último semestre, que lo hice en la universidad de Boston, en Estados Unidos.  Durante la carrera conocí a la que ahora mismo es mi directora de Tesis, o como yo la llamo: “jefa”. No sé cómo no huí de ella al principio con lo loca que está, pero entre ella y mi novio, a quién también conocí durante la carrera, consiguieron engancharme y a lo tonto llevo ya dos años investigando con ellos cada día en el Instituto de Física Teórica de la Universidad Autónoma de Madrid- CSIC.

Ciencia y estudios aparte, mi vida es muy normal. Los lunes voy con mis amigos a jugar a una especie de Trivial que organizan en un bar que tengo cerca de casa. Perdemos casi siempre, pero las risas que nos echamos no tienen precio. Otros dos días de la semana voy a bailar con el profesor más peculiar y majara que os podáis imaginar. Me encanta bailar, sobre todo lo que hago ahora, que no lo había probado nunca y ha sido todo un descubrimiento: una mezcla de funky, street dance y hip hop. Os lo recomiendo mucho.

Por lo demás, cosas destacables de mi… no sé, me encantan los animales, ir a la montaña y hacer rutas de senderismo, me gusta el cine, leer, aprender idiomas (ahora estoy con el Euskera, que vaya tela), ir a tomar algo con los amigos los findes (o los no findes)… y sobre todo viajar, me encanta. Siempre que puedo me escapo a donde sea a conocer sitios nuevos, así que me aprovecho de cuando me mandan a congresos por ahí, que aunque tenga que trabajar, ¡por lo menos me muevo de sitio!

¿De qué estamos hechos? ¿De qué está hecho el ordenador con el que estás leyendo esto? ¿Y la silla en la que estás sentado? ¿Y el Sol? ¿Y tú mismo? La pregunta correcta es ¿cuáles son las piezas de lego que forman el universo, aquellas que no están formadas por nada más pequeño?. Esas piezas son las partículas que se llaman elementales, y no sólo son los ladrillos que forman todo lo que ves y tocas, ¡sino que también son el cemento que los pega!

Resulta que las fuerzas que conocemos, como la electricidad o el magnetismo, en física se pueden entender como el intercambio de partículas. Por ejemplo, si tú y yo estamos montados en un monopatín y yo te lanzo una pelota, yo me iré hacia atrás por la fuerza de lanzarte la pelota, y tú te irás hacia atrás por recibirla. Acabamos de repelernos como harían dos imanes a través del magnetismo, ¡y todo lanzándonos una pelota!

Así que ya sabemos que los legos y el pegamento que los mantiene unidos y que nos permiten existir son las partículas elementales. Parecen bichos interesantes… así que molaría estudiarlos más a fondo…

Pero ¿cómo hacemos eso si son minúsculas, si están dentro de los átomos o incluso de la luz y la electricidad? Para eso hemos construido una máquina gigantesca debajo de la ciudad de Ginebra, en Suiza.

Esta máquina tiene forma de donut (un donut de 27 km de longitud, casi nada) y lo que hacemos es meter en ella trozos de átomos que conocemos, acelerarlos hasta casi la velocidad de la luz y hacerlos chocar para que se rompan y nos enseñen lo que tiene dentro, que son las partículas que tanto nos gustan. Cuando pasa esto, les hacemos una especie de foto y la analizamos para entender cómo son las partículas que han aparecido después del choque.

La cosa es que todas estas partículas tienen unas etiquetas o características especiales que nos permiten distinguir a unas de otras.

Una de ellas es su masa, cuánto pesan, y resulta que esa masa la obtienen de ‘charlar’ con otra partícula de las que consideramos elementales, una que es muy especial: el bosón de Higgs. Gracias al Higgs, como le llamamos los físicos amistosamente, podemos entender la masa de todas las partículas y muchas otras características chulas que tienen. Bueno, realmente os he mentido…  gracias al Higgs podemos entender la masa de todas las partículas ¡¡¡menos la del propio Higgs!!! A esto me dedico yo, a intentar entender por qué el Higgs es como es para así poder entender por qué nuestro universo es como es y por qué nuestras amigas las partículas tienen las propiedades que tienen.

Suelo llegar por la mañana al despacho del IFT (el Instituto de Física Teórica donde hago el doctorado) muerta de sueño debido a mi marmotismo y con café en las venas para aguantar el día. Lo que viene después varía mucho de un día a otro pero hay una cosa que es segura: las cartas después de comer. Otros tres compañeros y yo nos jugamos todos los días a la Pocha (una especie de Tute) quién le friega los platos a quién al día siguiente. ¡Tenemos hasta una liguilla y todo! Es muy divertido.

Aparte de eso, como os digo, el resto del día depende mucho. Hay días que no paras de hacer cosas que no tienen que ver con tu trabajo: que si hay un seminario de alguien que ha venido de otra universidad, que si tienes que dar clases en la facultad, que si hay que bajar a ayudar montar tal o cual congreso… y hay otros en los que estás todo el día enredado con lo tuyo. En general todo transcurre normal por la mañana y caóticamente por la tarde.

Por la mañana a menudo tienes que hacer cálculos, o simulaciones de choques de partículas:

Normalmente es tranquilo; vas avanzando, aprendes cosas interesantes, te vas al despacho de otros compañeros a preguntarles algo en lo que te has atascado (o a ver algún video chorra de facebook, no lo voy a negar). Y por la tarde es cuando viene la locura, porque tienes que contarle a tu jefa todo lo que has estado haciendo por la mañana. De primeras nunca le gusta y está todo mal… pero luego se lo vas explicando y empieza a entrar en razón, o te hace darte cuenta de que efectivamente había algo mal y que hay que pensar una forma nueva de calcularlo.

Si os digo la verdad, hay muchas veces que es un poco desesperante, pero casi todas nos acabamos riendo por alguna tontería. Después de eso toca organizar el día siguiente ya con las ideas más claras, recoger el caos que has dejado en tu mesa, e ir a coger el bus para volver a casa. ¡Ah! Y como ya os he dicho, algunos días, si hay suerte y tiempo, da hasta para echarse una partidilla de ping-pong en el sótano 😉

Para los que no sepan lo que es, un escape room es un juego en el que te encierran en una sala con un grupo de amigos y en el que tienes una hora para salir siguiendo las pistas que encuentras por esa habitación. Normalmente, a la vez que vas buscando las pistas para salir, tienes que resolver un misterio que te han planteado antes de entrar en la sala.

Es un juego que mola mucho, yo he ido a varios con mis amigos y te lo pasas muy, muy bien. Mi idea es montar un ‘mini Escape Room’ relacionado con ciencia, de forma que las pistas que nos permitirían salir de la sala nos ensañaran conceptos importantes de diferentes ramas científicas.

Por ejemplo: necesitamos la contraseña para acceder al ordenador de la estación espacial donde estamos atrapados, porque si no conseguimos desactivar la orden de autodestrucción, ¡todo saltará por los aires! Sabemos que la contraseña es un elemento de la tabla periódica, y esa la tenemos en un póster enorme en la estación espacial, pero… ¿qué elemento es? Eso nos lo dirán las pistas que hayamos recogido hasta ese momento…

La idea del juego es que se nos queden cosas en la cabeza, como la colocación de los elementos de la tabla periódica o algunas de sus propiedades importantes, sin darnos cuenta, simplemente pasándolo bien.